lunes, 10 de octubre de 2011

12 de octubre de 1492-Descubrimiento de América


El 12 de octubre se conmemora la fecha en que la expedición de Cristóbal Colón llegó a las costas de una isla americana, en 1492. El 12 de octubre se ha considerado como un día memorable porque a partir de entonces se inició el contacto entre Europa y América, que culminó con el llamado "encuentro de dos mundos", que transforma las visiones del mundo y las vidas tanto de europeos como de americanos.

Sin embargo, el 12 de octubre de 1492 no se reveló la existencia de América. Cristóbal Colón siempre creyó que había llegado a la India sin sospechar que se había topado con el continente americano. Después de Colón, se organizaron otros viajes menores financiados por la corona española, como los de Núñez de Balboa que cruzó a pie el estrecho de Panamá y encontró el océano Pacífico (1513); y el de Francisco Hernández de Córdoba (1517) y Juan de Grijalva (1518) que recorrieron las costas mexicanas. El florentino Américo Vespucio (1451-1512) recorrió la costa norte de América del sur, los litorales de Brasil y el sur de la Patagonia, y comprobó definitivamente que a donde Colón había llegado no era la India, sino un nuevo continente al que dió su nombre: América.

Américo Vespucio



REFERENCIAS



Mundo/moderna/m_raza.htm



RREFERENCIAS




El Día de la Raza-12 de octubre de 1492

El rótulo «Fiesta de la Raza» para denominar las celebraciones del doce de octubre fue utilizado en enero de 1913 en una hoja difundida por la asociación Unión Ibero-Americana de Madrid, por inspiración de su presidente, el ex-alcalde de Madrid y ex-ministro Faustino Rodríguez San Pedro:

«Fiesta de la Raza. Es aspiración fomentada por la Unión Ibero-Americana, y para cuya realización se propone efectuar activa propaganda en 1913, la de que se conmemore la fecha del descubrimiento de América, en forma que a la vez de homenaje a la memoria del inmortal Cristóbal Colón, sirva para exteriorizar la intimidad espiritual existente entre la Nación descubridora y civilizadora y las formadas en el suelo americano, hoy prósperos Estados. Ningún acontecimiento, en efecto, más digno de ser ensalzado y festejado en común por los españoles de ambos mundos, porque ninguno más ennoblecedor para España, ni más trascendental en la historia de las Repúblicas hispano-americanas. De no haber sido ineludible el amoldarse a la organización oficial de los agasajos que se celebraron en honor de los Delegados ibero-americanos en las fiestas del Centenario de Cádiz, se hubiera celebrado el té con que les obsequió la Unión el día 12 de octubre en vez del 13, pues tal era el propósito de nuestra Sociedad, el de hacer coincidir con esta fecha el honor de recibir en ella a los emisarios ibero-americanos.»

La explicación no pedida buscaba dar cierta solera a una idea que, sin duda, se inspiraba en la campaña que había iniciado José María González Columbia en octubre de 1912, para que los Estados hispanos celebrasen como fiesta nacional el doce de octubre (aunque el periodista ovetense proponía instaurar entre nosotros el «Día de Colón», que ya venían celebrando los yankis y los italianos; pero aun convencido de que usurpaban su iniciativa, reconoció que de la fórmula «Fiesta de la Raza» era autor el también asturiano Faustino Rodríguez San Pedro). La organización Unión Ibero-Americana, constituida en 1885, celebró por primera vez la «Fiesta de la Raza» el día 12 de octubre de 1914, en una ceremonia en la que estuvo representado el Gobierno de España en la persona del Marqués de Lema, Ministro de Estado. En el discurso que Faustino Rodríguez San Pedro pronunció ese día expresó su voluntad de lograr el reconocimiento oficial de la fiesta en España:

«Señor Ministro, señoras y señores: hay un regla, tanto jurídica como de buen sentido, que dice: a lo imposible nadie está obligado. Yo me encuentro, sin embargo, en el caso de faltar a esta regla, porque evidentemente, comprende esta selecta reunión que es imposible hablar sin voz, y yo, no obstante, tengo necesidad de usar de la palabra al conjuro de nuestro dignísimo presidente, el señor Ministro de Estado; y a la vez de este conjuro, me impulsa a ello el tener que cumplir una manifiesta obligación como Presidente de la asociación Ibero-Americana, que os ha convocado con objeto de celebrar por nuestra parte, en la medida y forma que las circunstancias actuales aconsejan, lo que hemos venido propagando constantemente; la conveniencia de que en este día aniversario del descubrimiento de América, celebremos la Fiesta de la Raza Española, que ha tenido providencialmente la fortuna de llevar la bandera de la civilización y del progreso en aquella memorable empresa, realizada por Colón bajo los auspicios de la gran reina Isabel la Católica. (...)
La Unión Ibero-Americana en el día de hoy, por lo mismo no podía sustraerse a la obligación a que la compromete su propia propaganda, correspondida tan brillantemente desde la Patagonia hasta Texas, y aún podría decir que de Texas arriba también, puesto que los propios Estados Unidos, y sin haber sido requeridos propiamente para ello, se asociaron y celebraron como día festivo aquel en que había de celebrarse la efemérides del descubrimiento de América. Por consiguiente, no podíamos menos de celebrar un acto especial, en que procediéramos según habíamos aconsejado a los demás que procedieron, manteniendo firme este propósito, en que hemos de perseverar hasta su entera consecución; el de que sea declarada Fiesta de la Raza oficialmente, como lo ha sido ya en muchos de aquellos países, la de este día, dando motivo con esta mutua significación del lazo que nos une a estrechar más y más en las voluntades y en los espíritus las relaciones de parentesco en que nos hallamos por razón de procedencia, a los que debemos procurar se agreguen, la de la recíproca conveniencia. (...)

El 12 de octubre de 1915 se habría celebrado por vez primera el «Día de la Raza», en la Casa Argentina de Málaga, si hemos de creer los hechos que recoge Zacarías de Vizcarra:

«Orígenes del «Día de la Raza». El poeta y periodista argentino Ernesto Mario Barreda, en un largo artículo publicado en La Nación de Buenos Aires el 12 de octubre de 1935, narra sus visitas al puerta de Palos y al convento de La Rábida en 1908, la entrega que hizo de un álbum que la Sociedad Colombina dedicó al presidente de la nación argentina, la fundación de la Casa Argentina de Palos, llevada a cabo por el cónsul de aquella república en Málaga, el entusiasta hispanófilo D. Enrique Martínez Ituño, y la celebrada el día 12 de octubre de 1915 por primera vez con el nombre de Día de la Raza en dicha Casa Argentina.
El documento impreso que cita está encabezado así: «Casa Argentina. –Calle de las Naciones de Indias Occidentales. –Carretera de Palos a La Rábida. –Club Palósfilo. –Hijas de Isabel. –Día de la Raza, 12 de octubre de 1915.» Luego se copian unos versos del mismo poeta Barreda alusivos a las carabelas de Colón y se exponen las razones de la nueva festividad, epilogadas con este apóstrofe a España: «Reunidos en la Casa Argentina los Palósfilos y las Hijas de Isabel en este Día de la Raza, hacemos votos para que con tus hijas las Repúblicas del Nuevo Mundo formes una inteligencia cordial. Y un abrazo fraterno sea el lazo de unión de los defensores de la Ciencia, el Derecho y la Paz.»
Esta iniciativa encontró eco en América, y sobre todo en Buenos Aires, aunque no todos los que allí aplaudíamos la sustancia de la fiesta estábamos de acuerdo con el nombre con que se la designaba.
Con fecha 4 de octubre de 1917, el Gobierno de la nación argentina, con la firma del presidente y de todos los ministros, declaró fiesta nacional el 12 de octubre, dando estado oficial a la afortunada iniciativa particular nacida dos años antes en una Casa Argentina.
Aunque en el texto del famoso y magnífico Decreto del Gobierno nacional no se habla de Día de la Raza ni se menciona siquiera la palabra «raza», sin embargo, la mayor parte de la Prensa se sirvió de aquella denominación, y se tituló «Himno a la Raza» el que compuso para el 12 de octubre del mismo año el patriota español don Félix Ortiz y San Pelayo, y fue cantado solemnemente en el teatro Colón por cinco masas corales reunidas.» (Zacarías de Vizcarra, «Origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad», El Español, 7 de octubre de 1944, páginas 1 y 13.)

A partir del 12 de octubre de 1917 el Ayuntamiento de Madrid asumió la celebración de la Fiesta de la Raza en la capital de España, de acuerdo con Unión Ibero-Americana, que la celebraba en su domicilio desde 1914, dándole patriótico realce junto con unas fiestas populares del Otoño. La vanidad de Hilario Crespo Gallego, el concejal de Madrid que propuso el 12 de octubre de 1916 que ese Ayuntamiento pidiese que la fiesta fuera reconocida como nacional, y animador de la correspondiente celebración municipal desde 1917, le hizo terminar creyendo que él y el Ayuntamiento de Madrid habían sido los iniciadores de la Fiesta (ver, por ejemplo, la intervención del Alcalde de Madrid, y la del concejal Crespo, el 12 de octubre de 1924) –incluso en 1930 mantuvo en los periódicos una agria disputa epistolar con José María González Columbia, quien, con razones, desmontó sus pretensiones–.

La propuesta inicial de Unión Ibero-Americana –entidad que gozaba del apoyo público–, secundada después por otras instituciones y particulares, fue incorporada en 1918 a la agenda del jefe político de Rodríguez San Pedro y presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura Montaner, de manera que una Ley sancionada por Alfonso XIII el 15 de junio de 1918 declaró fiesta nacional el día doce de octubre de cada año, «con la denominación de Fiesta de la Raza»:

«Real decreto. De acuerdo con Mi Consejo de Ministros, Vengo en autorizar al Presidente del mismo para presentar a las Cortes el adjunto proyecto de ley declarando fiesta nacional, con la denominación de Fiesta de la Raza, el día 12 de Octubre de cada año. Dado en Palacio a 8 de mayo de 1918. –Alfonso. –El Presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura y Montaner.
A las Cortes:
Con ocasión del cuarto centenario del descubrimiento de América, en 1892, un Real decreto de 23 de Septiembre, coincidiendo con determinaciones análogas de otros Gobiernos, declaró día de fiesta nacional el 12 de Octubre.
De aquel día data otro Real decreto que Su Majestad la Reina Regente firmó en el histórico convento de Santa María de la Rábida, autorizando la presentación a las Cortes de un proyecto de ley que perpetuase la festividad cívica. Miramientos que en esta conmemoración retraían a España de adelantarse a los Estados iberoamericanos pudieron demorar el proyecto; mas hoy, la mayor parte de ellos tienen ya establecida la fiesta nacional. Como «homenaje a la Nación española y a Cristóbal Colón» la calificó el Congreso peruano, y en reciente fecha el Poder Ejecutivo de la República Argentina declaraba que es «eminentemente justo consagrar la festividad de esta fecha en homenaje a España, progenitora de naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua, una herencia inmortal.»
No puede faltar nuestra bandera entre las que son izadas en la anual conmemoración. Hemos de atestiguar nuestra correspondencia agradecida a la filial efusión de aquellas Repúblicas, y todavía más hemos de renovar la perenne afirmación de los vínculos que con ellas nos enlazan, y de la hermandad dentro de la cual queremos asistir a sus prosperidades, al tiempo en que procuramos la propia nuestra.
Movido por estas consideraciones, el presidente que suscribe, de acuerdo con el Consejo de Ministros y autorizado por Su Majestad, tiene el honor de someter a las Cortes el siguiente proyecto de ley:
Artículo único. Se declara fiesta nacional, con la denominación de 'Fiesta de la Raza' el día 12 de Octubre de cada año.
Madrid, 8 de mayo de 1918. –El presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura

«Ley. Don Alfonso XIII, por la gracia de Dios y la Constitución, Rey de España;
A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: que las Cortes han decretado y Nos sancionado lo siguiente:
Artículo único. Se declara fiesta nacional, con la denominación de Fiesta de la Raza, el día 12 de Octubre de cada año.
Por tanto: Mandamos a todos los Tribunales, Justicias, Jefes, Gobernadores y demás Autoridades, así civiles como militares y eclesiásticas, de cualquier clase y dignidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar la presente ley en todas sus partes. Dado en Palacio, a quince de Junio de mil novecientos diez y ocho. –Yo el Rey. –El presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura y Montaner

La celebración del 12 de octubre de 1918 en España, primer día en el que era nacional la Fiesta de la Raza, quedó deslucida por la grippe, epidemia que aconsejaba no convocar actos masivos, aunque en Sevilla, por ejemplo, señoritas representando a las repúblicas americanas fueron recibidas en la celebración por una banda que interpretaba la inapropiada por españolísima marcha de Tanhauser.

El 12 de octubre de 1922 se celebró la Fiesta de la Raza en Cádiz inaugurando, con asistencia del infante Carlos de Borbón en representación del Rey, el monumento a Claudio López Bru (1853-1925), Marqués de Comillas, así descrito entonces:

«Sobre amplia base de oscuro mármol de Figueras, escalonado, se eleva el monumento, tallado en azulada piedra de Murcia. En la planicie un cóndor se abraza con un león, América y España, en representación heráldica; otro grupo, éste antropomórfico, simboliza a España y América por dos hermosísimas mujeres. Más alto, en mármol de Carrara, está esculpido el busto del marqués. Un medallón laureado muestra la cabeza de Cervantes, el hombre cuyo verbo, después del Evangelio, ha contribuido más a la formación de una raza hispanoamericana, definitiva en la Historia. Un pilar, también de piedra murciana, mantiene el referido conjunto, llevando a su frente la inscripción que contiene el objeto de la obra: Homenaje al Marqués de Comillas, constante propagandista de la Unión Iberoamericana.» [EUI, 1931, Ap2:801.]

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando instituyó un premio anual para solemnizar la «Fiesta de la Raza»; en 1927 el tema era: «Escultura colonial de los siglos XVII y XVIII en cualesquiera de las naciones hispanoamericanas, estimándose como cualidad primordial la documentación gráfica aducente al texto.» [Revista de las Españas, 7-8:284-285.]

En la mañana del Día de la Raza de 1928 se descubrió, en el madrileño parque del Retiro, una lápida costeada por varias «colonias hispanas» de la Argentina en homenaje a Hipólito Irigoyen, elegido de nuevo presidente argentino, para recordar que siendo presidente en 1917 declaró Fiesta Nacional en Argentina el 12 de Octubre. Dionisio Pérez glosó entonces en Nuevo Mundo sobre «el sentimiento de hispanidad de Irigoyen».

El Congreso Mariano celebrado en 1929 en Sevilla aprobó «recomendar que el Día de la Raza se haga Mariano por excelencia, con alguna práctica común a España y América». [Lasanta 1943:463].

A finales de los años veinte, el sacerdote español Zacarías de Vizcarra propuso en Buenos Aires que debiera utilizarse «Hispanidad» en vez de «Raza» en la denominación de la fiesta del doce de octubre. Ramiro de Maeztu, que fue Embajador de España en Argentina en 1928 y 1929, recogió en 1931 la propuesta que venía haciendo Vizcarra («La Hispanidad»); y el 12 de octubre de 1934, en el Teatro Colón de Buenos Aires, en la velada conmemorativa del «Día de la Raza» (denominación impuesta en Argentina por el uso, pues no figura en el decreto de Irigoyen de 1917 que estableció la fiesta nacional argentina), pronunció el Arzobispo de Toledo y Primado de España, Isidro Gomá Tomás, su Apología de la Hispanidad, convirtiéndose la máxima autoridad de los católicos españoles en apologeta de la idea de la hispanidad defendida por Maeztu. Aunque legalmente la «Fiesta de la Raza» no fue renombrada en España hasta 1958 como «Día de la Hispanidad», de hecho el rótulo Día de la Hispanidad fue sustituyendo al de Fiesta de la Raza desde los últimos años treinta.

Sobre la «Fiesta de la Raza» y el «Día de la Raza» en el Proyecto filosofía en español:

1918 El Día de la Raza (El Litoral, Santa Fe)

La Fiesta de la Raza en Madrid y Sevilla (Blanco y Negro)

1919 Programa para conmemorar el día glorioso de la raza en Córdoba (Argentina) (Mercurio Peruano)

La Fiesta de la Raza en Oviedo (El Carbayón)

1920 La Fiesta de la Raza (El Carbayón)

1921 La Fiesta de la Raza (El Carbayón)

La Fiesta de la Raza en Madrid y Rubén Darío (Cosmópolis)

1922 El día de la Raza y el Imperio español (El Carbayón)

1923 La Fiesta de hoy y el Decreto de Irigoyen (El Carbayón) • La Fiesta de la Raza en Madrid (El Carbayón) • Fiesta de la Raza (EUI, 1923, 49:946.)

1924 Festival para conmemorar la Fiesta de la Raza en el Teatro Real de MadridLa Fiesta de la RazaDespués de la Fiesta de la RazaEntusiasmo americanistaLo que ha palpitado en la Fiesta de la RazaLa raza hispana y el Congreso de Sevilla (Eduardo Navarro Salvador)

1926 La Fiesta de la Raza. Una circular del Prelado (El Carbayón) • La Fiesta de hoy (El Carbayón) • La Fiesta de la Raza (El Carbayón)

1928 El presidente Irigoyen y las colonias hispanas · Dionisio Pérez

1930 El Día de Colón y de la PazLa Fiesta de la Raza en GijónSobre la Fiesta de la Raza. A cada uno lo suyo (Columbia) • Sobre el origen de la Fiesta de la Raza (Hilario Crespo) • El origen de la Fiesta de la Raza (Columbia) • Sobre el origen de la Fiesta de la Raza [2] (Hilario Crespo) • La creación de la Fiesta de la Raza (Columbia)

1934 Apología de la Hispanidad, Isidro Gomá y Tomás (Teatro Colón, Buenos Aires)

1937 España celebra la Fiesta de la Raza (ABC, Sevilla, 12 de octubre de 1937)

1947 Norteamérica y nuestra fiesta del 12 de octubre (Región)

1966 Murió en Oviedo el hombre que creó el «Día de la Raza» (LNE, 14 abril)

Día de la Hispanidad


REFERENCIA


www. filosofia.org



El Grito De Lares 23 de septiembre de 1868

Declaración de Lares [Entrar]

Breve historia del Grito de Lares

Trabajo realizado por: Héctor A. García

BetancesEl Dr. Ramón Emeterio Betances (en foto izquierda) y el abogado Segundo Ruiz Belvis, (retrato derecha) habían salido de Puerto Rico hacia la República Dominicana para organizar un alzamiento independentista en la isla. Ruiz Belvis siguió hacia Chile, pues el gobierno de ese país había ofrecido ayuda a la causa separatista, ayuda que no llegó a dar. Allá el abogado murió en forma sospechosa. Betances creó un Comité Revolucionario de Puerto Rico y organizó juntas y legaciones revolucionarias. Los principales dirigentes de la isla eran Matías Brugman, Manuel Rojas, Manuel María González, Carlos Lacroix y Manuel Cebollero.

El gobierno dominicano a través del General Luperón y el Presidente Buenaventura Báez, había apoyado a Betances. Le había permitido reclutar y armar un pequeño ejército y le facilitó un barco armado. Cuando casi todo estaba listo para llevar a cabo la expedición contra la isla, el gobierno español consiguió que el Presidente Báez prohibiera la salida de los expedicionarios de territorio dominicano, y que las autoridades en Saint Thomas, donde estaba fondeado el barco, lo ocuparan.

Mientras los planes de Betances quedaban así desbaratados, en Puerto Rico el Ejército detuvo a uno de los principales dirigentes de la conspiración y ocupó documentos comprometedores. Los demás líderes, temiendo ser arrestados, decidieron adelantar la fecha señalada para iniciar la revolución sin esperar por Betances.

El día 23 de septiembre de 1868 unos cuatrocientos hombres mal armados tomaron la población de Lares, declararon la República de Puerto Rico y formaron un gobierno provisional. Adoptaron como emblema una bandera que se cree diseñada por Betances y cosida por Mariana Bracetti, "Brazo de Oro".

Al día siguiente atacaron la población del Pepino, donde esperaban ocupar algunas armas, pero la milicia de aquella población ya aguardaba el ataque y había recibido un pequeño refuerzo, por lo cual los revolucionarios fueron rechazados después de haber sufrido algunas bajas. Cuando se reagruparon en las afueras del pueblo y volvieron al ataque, se acercaba a San Sebastián la tropa veterana de Moca, así que fue necesario ordenar la retirada.

El Ejército inició inmediatamente la persecusión de los fugitivos, muchos de los cuales se encontraban desarmados o armados solo de machetes. En los días siguientes los soldados dieron muerte a Brugman y a otros rebeldes. Arrestaron a más de quinientas personas. Se les celebró juicio en el cual siete de los principales dirigentes fueron condenados a morir, pero la sentencia no llegó a cumplirse.

Extracto tomado del libro de Lucas Morán Arce, Historia de Puerto Rico.

Factores que contribuyeron al fracaso de la revuelta:

Entre los factores que podemos señalar se encuentra la confianza excesiva que tenían los revolucionarios, quienes comenzaron a divulgar información que trascendió el ámbito de la reserva, y las autoridades comenzaron a adquirir conocimiento de lo que se estaba fraguando. A las sospechas del gobierno, se sumaron las delaciones de personas que conocían el movimiento, y las filtraciones fueron causa para que se tuviese que adelantar la fecha de la rebelión.

A mediados de 1868, el corregidor don Antonio Balboa sorpredió en Mayagüez al agente Pedro García en el momento en que colectaba fondos para la causa, confiscándole una lista de donantes y suscriptores. Un afiliado a la conspiración, Hilario Martínez, hizo indiscretas revelaciones a su sobrino Carlos Antonio López, el cual las comunicó al capitan de milicias de Quebradillas, don Juan Castañón, poniendo al descubierto a la Junta Lanzador del Norte y la identidad de su presidente Manuel María González. Castañón informó la confidencia al comandante militar de Arecibo, don Manuel de Iturriaga, que en la madrugada del 19 de septiembre de 1968, allanó la residencia de González en el barrio Palomas, de Camuy, se incautó de documentación comprometedora y arrestó a González trasladándolo a la cárcel de Arecibo. Iturriaga organizó 50 milicianos de Arecibo y destacó en Camuy parte del Batallón de Cádiz al mando del capitán José Pujols. La noticia del apresamiento fue comunicada al presidente de la Junta de Lares, y a Capá Prieto de Mayagüez.

A la noche siguiente (20 de septiembre de 1868), se reunió la directiva de la Junta Capá Prieto en casa de Matías Brugman en la Hacienda Buenavista del barrio Furnias y se acordó el levantamiento para el 23 de septiembre, adelantando los planes que fueron originalmente planeados para el 30 de ese mes. Lares y San Sebastián serían los primeros objetivos; Moca, Quebradillas, Camuy y Arecibo vendrían después. El sitio de reunión de las fuerzas rebeldes sería la Hacienda de Manuel Rojas en el barrio Pezuela, localizada a una legua de Lares. Así lo informaron a las demás juntas demandando de ellas la inmediata ejecución de las órdenes que se le estaban enviando. Se tenía conciencia de que se estaba actuando con apremio para evitar que el Gobierno matara la revuelta antes de que iniciara. Lares era el mejor sitio. Estratégicamente localizado en la región montañosa del oeste central, un lugar lejos de la capital y de difícil acceso. La zona contaba con el número mayor de participantes, y estaba cerca de Arecibo, donde mantenían preso a Manuel María González; tenía acceso por carretera a San Sebastían, donde se guardaban las armas y municiones del cuartel de milicias. Lares ofrecía facilidades de comunicación con Arecibo, San Germán, Yauco, Adjuntas y Mayagüez.

El momento no era el más aconsejable para ejecutar el plan. Las circunstancias obligaron a los rebeldes a pasar súbitamente de la etapa preparatoria a la acción. No contaron con el equipo militar necesario, ni los hombres que debían venir a auxiliarlos, por haber sido confiscados los armamentos por orden del presidente de Santo Domingo, Buenaventura Báez. El transporte que habrían de utilizar fue decomisado por las autoridades de Saint Thomas. Desde abril de 1868, Báez trataba de arrestar a Betances para enviarlo a Puerto Rico. Años después España ofreció asilo politíco a Báez cuando fue depuesto por un golpe revolucionario. Las juntas no recibieron a tiempo la notificación de la junta de Mayagüez, y otras jamás las recibieron. Muchos miembros de las juntas se abstuvieron de apoyar el movimiento por el pesimismo que creó el apresamiento de Manuel María González.

Extracto tomado del libro de Luis M. Díaz Soler, Puerto Rico: desde sus orígenes hasta el cese de la dominación española.

2do relato provisto por el municipio de Lares

Continuaba el sistema colonial vigente en la isla desde Ponce de León, cuyas injusticias se acentúaban en el siglo XIX, el malestar ocasionado por las promesas de la reforma incumplidas, hechas por el gobierno central de Madrid, pero que nunca se materializaban. Las limitaciones impuestas al comercio exterior: la persecución abusiva de los abolicionistas puertorriqueños, etc. Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruíz Belvis, desterrado en 1867 a causa de su mentalidad revolucionaria acuden a Santo Domingo y luego a Nueva York en busca de dinero y armas para liberar a Puerto Rico y establecer aquí una república libre y demócratica. Muerto Ruíz Belviz en 1867, Betances prepara la revolución armada desde Santo Domingo. Se pone en comunicación con los separatistas de Puerto Rico, que forman una cadenas de sociedades secretas o juntas: son conocidas como la de Mayagüez, Ponce, Camuy, San Sebastián. Mientras tanto Betances reúne hombres, fusiles y municiones; además adquiere un barco y un telégrafo. Todo se organiza para el 29 de septiembre de 1868. El plan era producir un levantamiento en diferentes pueblos y enseguida desembarcar a Betances con 10,000 hombres por Mayagüez. Una declaración ocurrida en Camuy, que pone en alerta a las autoridades, lleva a los separatistas a adelantar el golpe.

El 20 de septiembre los conjurados en Mayagüez acordaron dar inicio a la revolución en la finca de Manuel Rojas en Lares con el objetivo de tomar a Lares y San Sebastián y subsiguientemente a Moca, Quebradillas, Camuy y Arecibo. Se fijó la fecha del 23 de septiembre. El aviso a las juntas de la isla no llegó a tiempo, tampoco pudo enterarse Betances, cuyo barco había sido confiscado en San Thomas.

A la media noche del 23 de septiembre, armados con fusiles y machetes, a pie y a caballo los insurrectos entraron al pueblo de Lares a los gritos de: "VIVA PUERTO RICO LIBRE" y "ABAJO LOS IMPUESTOS". La tropa estaba compuesta por 400 hombres al mando de Manuel Rojas como caudillo y de Matías Brugman. Manuel Cebollero, Eusebio Ibarra y Pablo Beuchamp. Como lugartenientes figuran Joaquín Parrilla, Andrés Pol, Juan Terreforte, Baldomero Bauren, Gabino Plumey, Pablo Rivera y otros. Además de Salvo Rojas que era venezolano, Brugman era norteamericano y habían algunos dominicanos, los demás eran boricuas.
Trabajo realizado por: Héctor A. García
Los insurrectos tomaron el ayuntamiento poniendo allí la bandera de la República de Puerto Rico diseñada por Betances. Se constituyó el gobierno provisional integrado por Francisco Ramírez Medina como presidente de la República, Aurelio Méndez como ministro de la gobernación, Clemente Millán como ministro de estado y Bernabé Pol como secretario. El gobierno se componía exclusivamente de puertorriqueños.

Los rebeldes juraron públicamente defender la libertad de la patria. Se abolió el injusto sistema se libretas de jornaleros y se declararon libres los esclavos que tomaron las armas contra los españoles. El sacerdote Gumersindo Vega no de buena gana celebró un solemne tedéum y frente al altar mayor se desplegó la bandera boricua confeccionada por Mariana Bracetti. Por otra parte grupos de patriotas vigilaban las salidas del pueblo y ehortaban a los propietarios a llevar a sus esclavos a la alcaldía para declararles la libertad.

Durante la madrugada el General Rojas y su pequeño ejército avanzaron hasta el Pepino (San Sebastián) pero ya los españoles habían recibido refuerzos de Puerto Rico, vivas que fueron contestadas por el tiroteo de los milicianos. Hubo varios encuentros entre milicianos y rebeldes, los que tenian que retirarse del pueblo después de cuatro horas de combate

Al llegar un contingente de tropas veteranas españolas que venían en ayuda del enemigo, Rojas trata de regresar para hecerle frente pero muchos de sus hombres se niegan y se decide volver a Lares a esperar noticias sobre los levantamientos en el resto de la isla. Ya se habían muerto cuatro de ellos y algunos estaban heridos. Entre los heridos figuraban Manuel Rosado "Manolo el Lareño" que portaba una bandera blanca con una inscripción patriótica. Siete hombres además cayeron prisioneros. Los insurrectos de Lares se dispararon pronto por las montañas tratando de ganar la costa para salir de la isla.

Varias semanas duró la persecución de los patriotas puertorriqueños por los soldados españoles. Centenares de ellos y de personas sospechosas para el gobierno fueron apresados e ingresados en las cárceles de Aguadilla, Arecibo, Lares y Ponce.: alrededor de 80 murieron a causa de una epidemia de vómito negro que se desarrolló en las prisiones. Probablemente el número de revolucionarios llegaba a 1,000 si bien oficialmente sólo se consiguieron 454. Incluyendo muerto y exonerados. Entre los encarcelados estaban Rojas, Ramírez Millán y Mariana Bracetti.

Brugman, su hijo Henry, Baldomero Bauren y Bautista Toledo fueron baleados en los campos de Adjuntas. Joaquín Parrilla fue sorprendido en el barrio indiera de Yauco, entonces el oficial que acababa de matar diez de sus compañeros le pide que se rinda y Joaquin le responde "Joaquín Parrilla no se rinde" asi que también cayó muerto, acribillado a balazos. En la columna volante que perseguía y capturaba a los insurrectos de Lares figuraban José Gautier Benítez, el poeta, pero que fue soldado voluntario en el ejército español y que estuvo realizando esa triste misión entre el 26 de septiembre y el 8 de noviembre, según consta en su récord militar que se guarda en el archivo militar de Segovia.

Trabajo realizado por: Héctor A. García

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Dias Conmemorativos en el Calendario

Día del Trabajo
Biblioteca Benjamín Franklin - Liverpool 31, Col. Juárez, C.P. 06600, México, D.F. | Tel.: 5592-3483

El Día del Trabajo se celebra el primer lunes de septiembre y está dedicado a darle un tributo nacional a los trabajadores que, con sus contribuciones, han hecho posible la fortaleza, prosperidad y bienestar de los Estados Unidos.

Fundador del Día del Trabajo
Más de cien años después de la celebración del primer Día del Trabajo, aún persiste la duda sobre quién fue el primero que lo propuso.

Algunos registros muestran que Peter J. McGuire, secretario general de la Hermandad Unida de Carpinteros y Ebanistas de América, y cofundador de la Federación Americana de Trabajo, fue el primero que sugirió un día para honrar a los trabajadores.

Otros consideran que fue Matthew Maguire, un maquinista, y no Peter McGuire el fundador del Día del Trabajo. Investigaciones recientes apoyan que fue Maguire quien propuso la celebración en 1882 cuando ocupaba el cargo de la Unión Central del Trabajo en Nueva York.

La historia de Peter McGuire
El pequeño Peter, de 11 años, vendía periódicos en las calles de la ciudad de Nueva York, lustraba zapatos, limpiaba en las tiendas, y más tarde, hacía mandados. Era 1863 y su padre, inmigrante irlandés, acababa de enlistarse para pelear en la Guerra civil. Peter tenía que ayudar al soporte económico de la familia.

Muchos inmigrantes se establecían en la ciudad de Nueva York en el siglo XIX, pero descubrieron que las condiciones de vida no eran tan maravillosas como habían soñado. Con frecuencia había hasta seis familias viviendo en una sola casa, miles de niños tenían que trabajar y las condiciones de trabajo eran aún peores. Mujeres, hombres y niños inmigrantes, trabajaban en fábricas de 10 a 12 horas al día, con un solo descanso muy corto para comer algo. Debían venir a trabajar aún estando enfermos, ya que de otra forma, podían ser despedidos, pues había ya miles de personas disponibles para ocupar su lugar.

Cuando Peter tenía 17 años, empezó como aprendiz en un taller de piano, trabajo que era mejor que los anteriores, pero aún debía trabajar muchas horas y ganar muy poco. Por las noches acudía a juntas y clases de economía y asuntos sociales contemporáneos, de los cuales, las condiciones de trabajo eran uno de los principales problemas que preocupaban a todos en general. Los trabajadores estaban cansados de largas jornadas, bajos salarios y trabajos inciertos. Hablaban de organizarse y formar un sindicato para mejorar sus circunstancias laborales.

En la primavera de 1872, Peter McGuire y 100,000 trabajadores se declararon en huelga y marcharon por las calles demandando menos horas de trabajo. Este evento convenció a Peter de que el movimiento laboral organizado era importante para el futuro de los derechos de los trabajadores. Pasó el año siguiente hablando a las multitudes de trabajadores y desempleados y cabildeando con el gobierno de la ciudad por más empleos y fondos. El gobierno ignoraba sus demandas y lo llamaron “alborotador de la paz pública” y no podía encontrar un trabajo ni para sí mismo.

Peter empezó a viajar por toda la costa Este para hablar a los trabajadores sobre sindicalizarse. En 1881, se mudó a San Luis Missouri y empezó a organizar a los carpinteros de esa ciudad. Organizó una convención de carpinteros en Chicago y ahí se fundó su sindicato nacional llamado Hermandad Unida de Carpinteros y Ebanistas de América, de la cual Peter fue secretario general.

La idea de organizar a los trabajadores de acuerdo a sus oficios se expandió por todo el país y todos comenzaron a demandar y obtener sus derechos. Peter McGuire y otros trabajadores en otras ciudades acordaron tener un día de fiesta el primer lunes de septiembre.

Una celebración nacional
El 5 de septiembre de 1882 se llevó a cabo el primer desfile del trabajo en Nueva York. Veinte mil trabajadores marcharon por la calle de Broadway portando letreros que decían: "el trabajo crea toda la riqueza" y "ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar, ocho horas para la recreación".

La forma de la celebración se estableció como un desfile en las calles para mostrar al público la fuerza y el espíritu de asociación de las organizaciones comerciales y de trabajo de la comunidad, seguido de un festival recreativo para los trabajadores y sus familias. Discursos de hombres y mujeres prominentes se introdujeron posteriormente.

Los siguientes años la idea del festejo se extendió de costa a costa y todos los estados celebraron el día del trabajo. En 1894 el Congreso lo estableció oficialmente como día festivo.


Sitios recomendados:

FAQs about Labor Day
www.aflcio.org/aboutus/laborday/faq.cfm

Facts for Features: Labor Day
http://www.census.gov/newsroom/releases/pdf/cb11ff-16_laborday.pdf

The First Labor Day (Library of Congress)
rs6.loc.gov/ammem/today/sep05.html

The History of Labor Day
www.dol.gov/opa/aboutdol/laborday.htm


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Virginia Torres -Biografía-Autora del Himno de la Escuela Intermedia Eugenio Le Compte Benitez

La Poetisa, madre, esposa y puertorriqueña: Con gran sensibilidad patría. Nació en Ponce, Puerto Rico. Sus padres son. Gregorio Torres y Virginia Vives. Estudió en la Escuela Elemental Baldiorioty de Castro, Intermedia Central y la Superior Ponce High School. Sus estudios Universitarios en la Universidad Católica de Ponce. Sus hijos son: Virginia, Karen, Yadira, Marla y Félix y su esposo Félix Rodríguez Negrón.

Ha escrito alrededor de 300 poemas desde los 17 años de edad. Cuando niña le encantaba leer, escribir y cantar. En 1992 obtuvo premios de mención honorífica, Club de Damas Cívicas de San Juan, en dos ocasiones ganó primer lugar en el certamen poético en la escuela Pastillo Canas. En el 1993 obtuvo segundo lugar en la Semana de la Lengua, distrito Ponce V. En 1994 también segundo lugar Ponce V ganó primer lugar en 1994 en el certamen de Mayaguez, ha escrito modulos de geografía y es miembro de la Alianza Geográfica de Puerto Rico. Ha trabajado en diferentes escuela públicas, trabajo en la Escuela Intermedia Eugenio Le Compte Benítez como maestra de Estudios Sociales, séptimo y noveno grado. Esto la motivo a la sensibilidad humana y el amor a la patría. Su mayor ilusión es publicar su libro de poemas.

Entrevista efectuada por la estudiante Rosa M. Seda 9-6

viernes, 16 de septiembre de 2011

Poema ¡PATRIA, TE RESPETO! por María de los Angeles Limery Rodriguez

Porque el respeto es amor en acción.
Y te amo cuando:
Estudio con dedicación aprecio el calor del hogar,
escucho consejos, protejo el ambiente,
Aprendo a trabajar, y fomento la paz.

Te amo y respeto en el silencio de mi intimidad;
más te enaltezco y defiendo al vivir con dignidad.


Por María de los Angeles Limery Rodríguez
Profesora de Español Séptimo Grado Escuela Intermedia Eugenio Le Compte Benítez

Poema Mi Alma Mater por María de los Angeles Limery Rodríguez

Y éste es el recuerdo que en mi alma está grabado,
de aquella escuela mía de la que tanto han hablado,
Cuna de grandes talentos: músicos, maestros, pintores,
artesanos, deportistas y decentes ciudadanos.

En ella viví momentos que jamás podré olvidar,
desarollé mí intelecto, mí espíritu se elevo más.
Porque en mi Escuela Eugenio Le Compte
mi formación fue integral: valores, conocimiento,

disciplina, sensibilidad guíaron a mis maestros
a cumplir con dignidad la misión de ser modelos
para nuestra sociedad.

Nunca me sentí mas vivo
que cuando en ella estudié
Porque aporté mis ideas
no fuí un nombre en un papel.

Maduré, me hice hombre y soy útil por demás
y si al educar mis hijos, futura generación
buscase una buena escuela, que ofreciese lo mejor
no habría duda, ni recelos,
la Le Compte, sí señor

Por María de los Angeles Limery Rodríguez
Profesora de Español de Séptimo Grado
Escuela Intermedia Eugenio Le Compte Benítez

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Historia del Libro-Wikipedia

Libro

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Libro (del latín liber, libri, 'membrana' o 'corteza de árbol') es una obra impresa, manuscrita o pintada en una serie de hojas de papel, pergamino, vitela u otro material, unidas por un lado (es decir, encuadernadas) y protegidas con tapas, también llamadas cubiertas.

Según la definición de la Unesco, un libro debe poseer 49 o más páginas (25 hojas o más). Desde 5 hasta 48 páginas sería un folleto (desde 3 hasta 24 hojas). Desde una hasta cuatro páginas hojas sueltas (una o dos hojas).

También se llama "libro" a una obra de gran extensión publicada en varios libros, llamados "tomos" o "volúmenes". Otras veces se llama también "libro" a cada una de las partes de una obra, aunque físicamente se publiquen todas en un mismo volumen.

Un libro puede tratar sobre cualquier tema.

Hoy día, no obstante, esta definición no queda circunscrita al mundo impreso o de los soportes físicos, dada la aparición y auge de los nuevos formatos documentales y especialmente de la World Wide Web. El libro digital o libro electrónico, conocido como e-book, está incrementando su uso en el mundo del libro y en la práctica profesional bibliotecaria y documental. Además, el libro también puede encontrarse en formato audio, en cuyo caso se denomina audiolibro.


Historia

Libros antiguos en la biblioteca de Merton College (Universidad de Oxford, Reino Unido).

Desde los orígenes, la humanidad ha tenido que enfrentar una cuestión fundamental: la forma de preservar y transmitir su cultura, es decir, sus creencias y conocimientos, tanto en el espacio como en el tiempo.

El planteamiento de esta cuestión supone, por un lado, determinar la forma de garantizar la integridad intelectual del contenido de la obra y conservar el soporte en el que fue plasmada; y, por otro, encontrar el medio a fin de mantener inalterada la intención o finalidad para la cual se concibió.

Los orígenes de la historia del libro se remontan a las primeras manifestaciones pictóricas de nuestros antepasados, la pintura rupestre del hombre del paleolítico. Con un simbolismo, posiblemente cargado de significados mágicos, estas pinturas muestran animales, cacerías y otras escenas cotidianas del entorno natural del hombre antiguo, que trataba de dominar las fuerzas adversas de la naturaleza para capturar su esencia mediante su representación. Son el más antiguo precedente de los primeros documentos impresos de que se tiene memoria.

Durante las edades Antigua y Media de la humanidad, época donde predominaba el analfabetismo, los libros eran escasos y costosos, pues todos estaban escritos a mano en grandes pergaminos que eran custodiados celosamente en algunas bibliotecas, como las de Pérgamo, Alejandría o Bizancio, de modo que las personas que querían instruirse en ellos debían viajar a dichas ciudades y solicitarlos. Acceder a un libro de la época era un trámite al alcance de pocos. Desde la antigüedad, predominaban la ignorancia y la superstición, pero se reconocía el enorme poder e influjo que tenía la información para quien decidía obtenerla; por eso, era celosamente guardada.

Con el advenimiento de la imprenta, se inicia la época de expansión bibliográfica, de la modernidad y del pensamiento crítico, facilitado en la actualidad con el acceso a la información en otro tipo de fuentes, tales como periódicos, revistas, Internet, etc. No obstante, el valor del libro es perdurable a través del tiempo.

] Orden de los libros

A finales de la Edad Media y el siglo XVIII, en Occidente se intentó controlar y ordenar la gran cantidad de textos que el libro manuscrito, y luego el impreso, habían puesto en circulación, tras la invención de la imprenta por Gutenberg. Plasmar los títulos de determinada manera, clasificar las obras o darles un destino a los textos para clasificarlos fueron operaciones gracias a las cuales se hacía viable el ordenamiento del mundo de lo escrito, por aquel entonces. Paulatinamente empezó a imperar el deseo de la instauración de una biblioteca inmaterial, más eficiente, que daría lugar a una transformación en la relación con los textos escritos.

] El libro antiguo

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[El libro en el Lejano Oriente

Se sabe que los chinos imprimieron el primer libro en el año 868 d. C. el Frontispicio del Vajracchedika Sutra (Sutra de Diamante) que fue traducción de un texto hindú; el método de impresión fue mediante bloques de madera grabados.

[] El libro en Europa

Los libros en forma de rollo de papiro o pergamino fueron más tarde reemplazados por el codex, un libro conformado por páginas y una espina, similar a los libros utilizados hoy en día. El codex o códice fue inventado durante los primeros siglos de nuestra era. Previamente a la invención y adopción de la prensa de impresión, todos los libros eran copiados manualmente, lo que hacía que fuesen caros y escasos.

Los libros eran copiados e iluminados por monjes en el scriptorium (sala de escritura) de un monasterio. Lámparas y velas estaban prohibidas a fin de evitar incendios, y los monjes no podían hablar para no cometer errores. Toda comunicación se mantenía mediante signos.

Durante la edad media, cuando sólo las iglesias, universidades y hombres pertenecientes a la nobleza podían adquirir libros, estos eran a menudo puestos bajo llave para evitar su hurto. Estos primeros libros fueron hechos con páginas de pergamino y vitela, pero desde el siglo X estos materiales fueron paulatinamente reemplazados por papel, ideado por los chinos, aunque fueron los árabes quienes transmitieron el proceso de elaboración del lejano oriente a Europa.

En el siglo XV, comenzaron a elaborarse algunos libros mediante impresión de bloques. La técnica de impresión de bloques consiste en tallar sobre una tabla de madera la imagen de cada página. La tabla con relieve era entintada y utilizada para crear numerosas copias. Sin embargo, elaborar un libro con este método resultaba un tarea premiosa, y sólo se utilizaba en ejemplares profusamente ilustrados o muy demandados.

[] Formas de comunicación

[] Comunicación oral y formas rudimentarias

Las señales gestuales fueron la primera forma de expresar y transmitir mensajes. La palabra hablada es la manera más antigua de contar historias. Mediante fórmulas de valor mnemotécnico[1] se estructuraban narraciones, que pasaban de generación en generación como valiosa herencia cultural de los más diversos grupos humanos. Dichas reglas mnemotécnicas ayudaban tanto a la memorización como a la difusión de los relatos. Es el caso de los poemas homéricos, que han merecido valiosos estudios sobre el particular. Posiblemente, gran parte de las tradiciones y leyendas han tenido semejante inicio. Esta transmisión oral tenía el inconveniente de los «ruidos» que deformaban el mensaje. La mayoría de las veces era el narrador (rapsoda, aeda, juglar) quien en función de sus intereses la deformaba de una u otra forma.

] La escritura

Cuando los sistemas de escritura fueron inventados en las antiguas civilizaciones, el hombre utilizó diversos soportes de escritura: tablillas de arcilla, ostraca, placas de hueso o marfil, tablas de madera, papiros, tablillas enceradas, planchas de plomo, pieles curtidas, etc.

La escritura fue el resultado de un proceso lento de evolución con diversos pasos: imágenes que reproducían objetos cotidianos (pictografía); representación mediante símbolos (ideografía); y la reproducción de sílabas y letras.

Los más antiguos vesigios de escritura se encuentran, hacia finales del IV milenio a. C., en el Antiguo Egipto, con jeroglíficos, y la antigua Mesopotamia, mediante signos cuneiformes (escritura cuneiforme; utilizaban una varilla con sección triangular, que al hendir en placas de arcilla, dejaba una marca en forma de cuña). La usaron los sumerios, acadios, asirios, hititas, persas, babilonios etc. La escritura egipcia, que perduró más de tres milenios, mediante jeroglíficos, representaba ideas abstractas, objetos, palabras, sílabas, letras y números. Evolucionó en las escrituras hierática y demótica. Otros pueblos, como los hititas y los aztecas también tuvieron tipos propios de escritura.

[] El auge del libro

No es sino hasta mediados del siglo XVIII, una vez que el libro ha superado las dificultades tecnológicas que le impedían convertirse en una mercancía, que este inicia su rápido ascenso dentro del gusto de las minorías ilustradas de la sociedad.

La invención de la imprenta y el desarrollo del papel, así como la aparición de centros de divulgación de las ideas, permitieron la aparición del escritor profesional que depende de editores y libreros principalmente y ya no del subsidio público o del mecenazgo de los nobles o de los hombres acaudalados.

Además, surge una innovación comercial que convierte al libro en una mercancía de fácil acceso a los plebeyos y los pobres, que consiste en las librerías ambulantes, donde el librero cobra una cantidad mensual para prestar libros, que al ser devueltos le permiten al lector-usuario recibir otro a cambio.

El mismo libro, se convierte en un avance que da distinción a los lectores como progresistas en un siglo en que el progreso es una meta social ampliamente deseada y a la que pueden acceder por igual nobles y plebeyos, creando una meritocracia de nuevo cuño.

A pesar de lo anterior, la minoría que cultiva el gusto por el libro se encuentra entre los nobles y las clases altas y cultivadas de los plebeyos, pues sólo estos grupos sociales saben leer y escribir, lo que representa el factor cultural adicional para el inevitable auge del libro.

[] La censura de libros

Otro importante factor que fomentó el aprecio por los libros fue la Censura, que si bien solía ejercerse también en períodos anteriores a los siglos XVII y XVIII, es precisamente en esta época cuando adquiere mayor relevancia, puesto que los libros se producen por millares, multiplicando en esa proporción la posibilidad de difundir ideas que el Estado y la Iglesia no desean que se divulguen.

En 1757 se publicó en París un decreto que condenaba a muerte a los editores, impresores y a los autores de libros no autorizados que se editarán, a pesar de carecer de dicha autorización. La draconiana medida fue complementada con un decreto que prohibía a cualquiera que no estuviera autorizado a publicar libros de tema religioso. En 1774, otro decreto obligaba a los editores a obtener autorizaciones antes y después de publicar cada libro y en 1787, se ordenó vigilar incluso los lugares libres de censura.

Estas medidas lo único que lograron fue aumentar el precio de los libros y obligar a los libreros ambulantes a no incluirlos en su catálogo, con lo cual incrementaron el negocio de los libros prohibidos, que de esta manera tenían un mayor precio y despertaban un mayor interés entre la clase alta que podía pagar el sobrevalor, con lo cual se fomentaron en el exterior, en Londres, Ámsterdam, Ginebra y en toda Alemania, las imprentas que publicaban libros en francés. Así fueron editados hasta la saciedad Voltaire, Rousseau, Holbach, Morell y muchos más, cuyos libros eran transportados en buques que anclaban en Le Havre, Boulogne y Burdeos, desde donde los propios nobles los transportaban en sus coches para revenderlos en París.

En tanto la censura se volvió inefectiva e incluso los censores utilizaron dicha censura como medio para promover a astutos escritores y editores. Así, por ejemplo, cuando el todopoderoso ministro Guillaume-Chrétien de Lamoignon de Malesherbes revocó la autorización para publicar la Encyclopédie, fue él mismo quien protegió a la obra cumbre de la Ilustración para después distribuirla de manera más libre, lo mismo hizo para proteger Emile y La nouvelle Éloise.

[Confección de un libro

Normalmente, un libro es impreso en grandes hojas de papel, donde se alojan 8 páginas a cada lado. Cada una de estas grandes hojas es doblada hasta convertirla en una signatura de 16 páginas. Las signaturas se ordenan y se cosen por el lomo. Luego este lomo es redondeado y se le pega una malla de tela para asegurar las partes. Finalmente las páginas son alisadas por tres lados con una guillotina y el lomo pegado a una tapa de cartón. Toda esta tarea se realiza en serie, inclusive la encuadernación.

En el caso de que las hojas no sean alisadas mediante un proceso de corte, se habla de un libro intonso.

Las imprentas más modernas pueden imprimir 16, 32 y hasta 64 páginas por cara de grandes hojas, luego, como se mencionara más arriba, se las corta y se las dobla. Muchas veces el texto de la obra no alcanza a cubrir las últimas páginas, lo que provoca que algunos libros tengan páginas vacías al final del mismo, aunque muchas veces son cubiertas con propaganda de la editorial sobre textos del mismo autor o inclusive otros de su plantilla.

Los importantes avances en desarrollo de software y las tecnologías de impresión digital han permitido la aplicación de la producción bajo demanda (En inglés el acrónimo P.O.D.) al mundo del libro. Esto está permitiendo eliminar el concepto de "Libro Agotado" al poder reimprimirse títulos desde un sólo ejemplar, y se está fomentando la edición de libros en tiradas muy cortas que antes no eran rentables por los medios tradicionales.

Cómo aplicación más innovadora, las librerías electrónicas más reconocidas están además ofertando a todo el mundo libros que no son fabricados hasta que son vendidos. Esto es posible sólo por estar dados de alta en los sistemas de producción de compañías internacionales como Lightning Source, Publidisa, Booksurge, Anthony Rowe, etc.

[El libro electrónico

Véase también: Libro-e

A finales de 1971 comenzó a desarrollarse lo que hoy denominamos libro digital o electrónico. Michael Hart fue el impulsor del Proyecto Gutemberg, que consistía en la creación de una biblioteca digital totalmente gratis, donde podíamos encontrar obras de autores como Shakespeare, Poe y Dante entre otros, todas ellas obras de dominio público. En 1981 se produce un importante avance, ya que sale a la venta el primer libro electrónico: Random House's Electronic Dictionary. Sin embargo, fue en marzo de 2001 cuando el libro digital (también conocido como eBook) experimentó su máxima expansión gracias al novelista Stephen King, quien lanzó al mercado a través de la red su novela Riding the Bullet. La obra, en apenas 48 horas, vendió más de medio millón de copias, al precio de dos dólares y medio la copia [cita requerida]. El mes siguiente Putin también sacó a través de Internet sus memorias.

Desde este momento comenzaron a aparecer varias editoriales electrónicas y muchas tiendas virtuales empezaron a incorporar libros electrónicos en sus catálogos.

[] El libro como indicador de celebridad

En el año 2000 se recogían los siguientes datos: “Si la celebridad de un individuo consiste en que se escriba un libro sobre él, [...] Jesucristo es aún el personaje que goza de más fama en el mundo actual”, dice el periódico británico The Guardian. Una investigación que tomó como base los libros de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, con sede en Washington, D.C., reveló la existencia de 17.239 obras acerca de Jesús, casi el doble que de William Shakespeare, quien alcanza el segundo lugar, con 9.801. Vladimir Lenin resulta el tercero, con 4.492, seguido de Abraham Lincoln, con 4.378, y de Napoleón I, con 4.007. El séptimo puesto, con 3.595, lo ocupa María, la madre de Jesús, quien es la única mujer entre los treinta principales. La siguiente es Juana de Arco, con 545. Encabeza la nómina de compositores Richard Wagner, tras quien vienen Mozart, Beethoven y Bach. Picasso es el número uno de los pintores, seguido de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel. Da Vinci, sin embargo, se lleva la palma en la lista de científicos e inventores, superando a Charles Darwin, Albert Einstein y Galileo Galilei. “No figura ningún personaje vivo en los treinta primeros lugares”, agrega el rotativo.[2]

[Partes del libro

Artículo principal: Partes del libro

  • Sobrecubierta. No todos los libros la tienen, pero es relativamente frecuente.
  • Cubierta: se llama también "pasta" es consistente. Constituye el aspecto externo del libro y se extienden por la cubierta, lomo y la contracubierta.
  • Lomo.es donde se imprimen los datos de título, número o tomo de una colección, el autor, logotipo de la editorial, etc.
  • Guardas: hojas que unen las tapas con el resto del libro.
  • Anteportada o Portadilla: va antes de la portada y se pone el título.
  • Contraportada. Página par posterior a la portadilla, generalmente blanca.
  • Portada.se indican los datos del libro.
  • Página de derechos de propiedad o de créditos. Reverso de la portada. Es la página de propiedad literaria o copyright, editor, fechas de las ediciones del libro, reimpresiones, depósito legal, título en original si es una traducción, créditos de diseño, etc.
  • Hojas de cortesía o de respeto: folios en blanco que se colocan al principio y al final del libro.
  • Cuerpo de la Obra: conjunto de hojas que constituyen el texto del libro.
  • Página. Cada una de las hojas con anverso y reverso numerados.
  • Prólogo o introducción. Es el texto previo al cuerpo literario de la obra.
  • Índice.es una lista ordenada que muestra los capítulos, artículos materias u otros elementos del libro, etc.
  • Presentación
  • Capítulo
  • Bibliografía
  • Colofón
  • Funda externa
  • Biografía. En algunos libros se suele agregar una página con la biografía del autor o ilustrador de la obra.
  • Dedicatoria. Es el texto con el cual el autor dedica la obra, se suele colocar en el anverso de la hoja que sigue a la portada. No confundir con dedicatoria autógrafa del autor que es cuando el autor, de su puño y letra, dedica la obra a una persona concreta.

[Tipos de libros

De acuerdo con el contenido los libros se pueden clasificar en:

[] Referencias

  1. Estudiadas por W. Ong y otros especialistas.
  2. Kettle, Martin (14 de septiembre de 1999). «When fame is an open book» (en inglés). The guardian. Consultado el 11 de julio del 2009.

[] Bibliografía

  • Escolar Sobrino, Hipólito y Carrión Gútiez, Manuel: Los manuscritos : historia ilustrada del libro español. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1996. ISBN 84-86168-77-5.
  • Escolar Sobrino, Hipólito: De los incunables al siglo XVIII : historia ilustrada del libro español. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1994. ISBN 84-86168-91-0.
  • ILIN, M: Historia del